domingo, julio 18, 2010

No lo leas…

En qué mundo vivimos, esto no tiene pies ni cabeza, por unas causas u otras, uno no sabe ya que pensar, ante mis atónitos ojos, se presentan con claridad meridiana, consecuencias pero no causas, pruebas pero no sentencias, culpables pero no penas, fracasos pero no responsables, confusión tras confusión nos mantienen en este caos mental, en el que todo vale, todo es justificable, la mediocridad generalizada, endémica pasa a ser lo normal, lo aceptable; “es la idiosincrasia que le vamos a hacer”, se escucha decir como perdonándolo todo.
Y todo sigue igual, dennos más de lo mismo, estamos hambrientos de teleseries, de fútbol, de musicales, de concursos y realitys, en fin de este “farandulismo cultural”, que frivoliza una realidad dramática y subterránea, sumiéndonos en un relativismo oscuro, sin fondo, donde todo se confunde, todo se altera, se mal interpreta, se plagia, se piratea, y se indulta, todo depende del cristal con que se mira.
El árbol no nos impide ver el bosque, porque ni tan siquiera vemos el árbol. Los problemas siguen ahí, seguimos siendo soberanos pero USA nos pisotea, somos personas libres pero hay censura, no hay Ley pero si abortos, se hacen sacrificios pero no hay recompensa, se trabaja pero no se gana, hay socialistas pero de derechas, incluso es posible, tal como se están dando las cosas, que surja un partido Derechista-Leninista, hay mucho dinero pero pocos beneficios, fondos concursables, pero sin concurso, hay sostenedores y sostenidos, hay profesores pero no profesionales (algunos si), hay gremios pero no gremialistas (algunos si), hay trabajadores, pero no sindicatos (afortunadamente algunos si). ¿Para qué sindicato? Si estamos bien… si la unión no hace la fuerza… pero solamente porque no hay unión. Tenemos patrones católicos que se ufanan de ejercer la virtud de la caridad con sus trabajadores, pero que por nada del mundo los dejan asociarse. Pero ¿acaso ellos se abstienen de unirse a otros sostenedores para ejercer sus políticas?
¿Sindicatos? ¿Para qué? Si estamos bien…
Pasen y vean, pasen y vean… la locura en vivo y en directo… ¿será la moda? Está de moda que los trabajadores se endeuden para dar dinero a los empresarios, ¿tú estas a la moda? Si es así… “Que barbaridad” bueno que no te pase nada…
Creo que ante tanto caos, perdí el hilo de lo que les estaba diciendo, pero no importa, todo está bien, todo es perdonable, y lo mejor es que al fin se aproxima la esperada Navidad, una fecha especial, llena de alegría, codicia y felicidad.
Que grato es poder pedir todo lo que se desea a un señor vestido con traje de invierno en pleno verano, con trineo pero sin nieve. Otros son más ubicados y las peticiones se las hacen a tres individuos reales que montados en extraños animales jorobados, juegan a seguir estrellas. Pero que importa si lo importante es pedir, pedir mejor que dar, preguntar antes de cada acción, ¿Qué voy a ganar?
Todos esperamos algo, pero no luchamos por ello, esperamos el bono SAE, (ojalá este año), esperamos el bono de Navidad, (ojalá en Navidad), esperamos con ansias el bono de término de conflicto (cuando muchos nunca han estado en conflicto), esperamos ávidos el reajuste (sin ser parte de ninguna negociación), esperamos que la cosa mejore, sin hacer el más mínimo esfuerzo, por último esperamos que nos regalen un triste pan de Pascua, sobrante de no sé que año, eso no importa porque llega la Navidad con sabor a… ¿con sabor a qué? No se, al tradicional turrón (tradición ¿de dónde?) a pan de Pascua o ¿Pascua sin pan? Quizás, con sabor a compras… con sabor a deudas, con sabor a ofertas, pagos diferidos, a villancicos añejos de lugares lejanos.
Disyuntiva tras disyuntiva, de nuevo, nos sumimos en el mismo caos, y vuelta a las telenovelas, musicales, concursos y a relativizar todo, la Navidad pasa a ser una de esas cosas relativas de la vida, para unos material, para otros espiritual, para otros familiar, para otros muchos laboral, y para otros tantos un día más, como en la mayoría de las cosas, no hay consenso.
Yo por mi parte, sigo confundido, revolotean en mi cabeza conceptos con un sentido abstracto, extraño, intangible. Me pregunto en mi desvarío si el espíritu de la Navidad, comparte con otros espíritus, como el de Halloween o los espíritus del más allá, se asociarán para conseguir mejoras, o alguno de los espíritus ocultamente antisindical, ¿pretenderá echar por tierra la unión de los espíritus, contándole al “espiritualísimo sostenedor” el ánimo atrevidamente sindical, que corrompe a sus compañeros?
Pero que digo, estoy cayendo en la frivolización de un hecho real, dramático y dolorosamente cierto, está claro que no estoy a salvo del “farandulismo cultural”.
Basta ya, seamos serios, una cosa no es justa por el hecho de ser Ley, debe ser Ley, porque es justa (Montesquieu) y como de justicia se trata, debemos hacer uso del derecho que la Ley nos otorga, unirnos para lograr mejorar nuestro entorno, no para destruir o derrocar, ya que nadie quiere terminar con su fuente de trabajo, sino para hacer más digna nuestra labor. Es necesario que ordenemos todas estas situaciones que van en detrimento de un clima laboral sano, incluyente y participativo, el sindicato viene a terminar con los comentarios de pasillo, con las quejas entre dientes, viene a dar ese espacio de apoyo gremial, ese puente (no levadizo) de comunicación con la cabeza (pelada o no) de la empresa, viene a llenar su espacio. Ver el sindicato como una amenaza es no querer entender, es no comprender que el colegio lo hacemos todos, es no querer hacer tener sentido la expresión comunidad educativa, es cerrar los ojos a la necesidad.
Asociarse es la revolución dijo el Padre Hurtado, unirse es la solución digo yo.
L. Blasco