domingo, julio 18, 2010

POBREFESORES DEL PARTICULAR SUBVENCIONADO


Hoy, día doce de septiembre, me desperté más profesor que nunca (si esto es posible), la noche anterior en vez de preparar mis cosas para un largo día de trabajo, materiales, guías etc. Me preparé para ir al paro organizado por el Colegio de Profesores, tomé todos los volantes que divulgarían el blog del Departamento Particular Subvencionado de la V Región, un silbato que hiciera notar mi descontento, más allá de mi desgastada voz, y mis ganas de fortalecer un movimiento gremial legítimo y quijotesco.
Al llegar al lugar de encuentro señalado por los dirigentes, cual fue mi sorpresa, al comprobar (una vez más, como tantas otras), que mi Liceo, (cuatro profesores de un total de 25) era la única representación de este sector, de los cerca de 80 colegios particulares subvencionados que existen en Quilpué. De nuevo estos cuatro jinetes comprobaban el Apocalipsis. ¿Qué estaba pasando? ¿Estarían los demás profesores contentos con su actual situación laboral? ¿Les habrán pagado el bono S.A.E. sin yo saberlo?... Estas y otras muchas preguntas que como lluvia de perversas ideas se agolpaban en mi estupefacto cerebro, no encontraban respuestas lógicas.

Ahora con más calma, empiezo a pensar que el problema está en nosotros como material humano, nosotros como materia prima. ¿A caso no estamos todos embarcados en el mismo barco?
Pensé…
Pertenezco a un sector del profesorado donde rige la ley del “más vivo”, del “matar su propio toro”, “de arreglarse los bigotes”, “del individualismo” y de no mirar al que se encuentra al lado, de esperar a que otros salgan a la calle para luchar por nuestros derechos, arriesgando sus puestos de trabajo y no el nuestro, y esperar eso sí, ansiosamente, que todo acabe para disfrutar de ese bono de término de conflicto, que injustamente reciben, tanto los que lucharon como los que no movieron ni un dedo.

Pertenezco a un sector del profesorado donde se patalea en los pasillos, en las salas de clase, en los recreos, eso sí, en cualquier lugar donde su voz no llegue a oídos del todo poderoso sostenedor (sostenido), es mejor que no sepa, que soy un profesional que conoce sus derechos, que no sepa que no estoy de acuerdo con hacer turnos de patio, ni de asistir al colegio un sábado, presionado por un posible despido. Pertenezco a un sector del profesorado que pese a todo lo dicho y lo que no menciono, se muestran incapaces de vencer ese miedo a ser dignos, a alzar su voz junto a los suyos, de participar activamente en la construcción de una Educación de calidad, bajo estándares humanizantes y no deshumanizadores como los que se nos presenta en este modelo neoliberal de libre mercado; donde el apoderado se torna en un cliente a satisfacer, los colegios en empresas con ánimo de lucro (con dinero del Estado), el profesor en un empleado ejecutor de la política educacional de turno), la Reforma Educativa en un ajuste del mercado, donde los alumnos son simples números, sin nombre, sin particularidades, numeramos los aprendizajes a entregar, donde se pretende cuantificar lo in cuantificable.

Los responsables de que la mala calidad de la Educación perdure en el tiempo, de que los abusos, los despidos onerosos, las interminables deudas históricas* y “contemporáneas” no lleguen a feliz término, de que la desunión del magisterio impida logros reales y efectivos consiguiendo el debilitamiento del gremio, de que todos acabemos cobrando más temprano que tarde las pensiones irrisorias, indignas que padecen hoy en día nuestros antecesores, los responsables de que todo esto no cambie están entre nosotros.
Debemos buscar a los verdaderos responsables, no para castigarlos, sino para exigirles, si exigirles, que despierten de su letargo, que venzan sus temores, que participen activamente, que sueñen con una Educación mejor, que se proyecten a futuro, pero no un futuro individualista, sino un futuro común.

Afortunadamente es fácil encontrar a los culpables de tanta desidia, de tanta desgana, de tanta indolencia, vasta con mirarse al espejo, no lo busques en otro lado.


A LOS PROFESORES NOS OBLIGAN A TRABAJAR EN LOS RECREOS
Tú lo estás aceptando
No lo leas…

En qué mundo vivimos, esto no tiene pies ni cabeza, por unas causas u otras, uno no sabe ya que pensar, ante mis atónitos ojos, se presentan con claridad meridiana, consecuencias pero no causas, pruebas pero no sentencias, culpables pero no penas, fracasos pero no responsables, confusión tras confusión nos mantienen en este caos mental, en el que todo vale, todo es justificable, la mediocridad generalizada, endémica pasa a ser lo normal, lo aceptable; “es la idiosincrasia que le vamos a hacer”, se escucha decir como perdonándolo todo.
Y todo sigue igual, dennos más de lo mismo, estamos hambrientos de teleseries, de fútbol, de musicales, de concursos y realitys, en fin de este “farandulismo cultural”, que frivoliza una realidad dramática y subterránea, sumiéndonos en un relativismo oscuro, sin fondo, donde todo se confunde, todo se altera, se mal interpreta, se plagia, se piratea, y se indulta, todo depende del cristal con que se mira.
El árbol no nos impide ver el bosque, porque ni tan siquiera vemos el árbol. Los problemas siguen ahí, seguimos siendo soberanos pero USA nos pisotea, somos personas libres pero hay censura, no hay Ley pero si abortos, se hacen sacrificios pero no hay recompensa, se trabaja pero no se gana, hay socialistas pero de derechas, incluso es posible, tal como se están dando las cosas, que surja un partido Derechista-Leninista, hay mucho dinero pero pocos beneficios, fondos concursables, pero sin concurso, hay sostenedores y sostenidos, hay profesores pero no profesionales (algunos si), hay gremios pero no gremialistas (algunos si), hay trabajadores, pero no sindicatos (afortunadamente algunos si). ¿Para qué sindicato? Si estamos bien… si la unión no hace la fuerza… pero solamente porque no hay unión. Tenemos patrones católicos que se ufanan de ejercer la virtud de la caridad con sus trabajadores, pero que por nada del mundo los dejan asociarse. Pero ¿acaso ellos se abstienen de unirse a otros sostenedores para ejercer sus políticas?
¿Sindicatos? ¿Para qué? Si estamos bien…
Pasen y vean, pasen y vean… la locura en vivo y en directo… ¿será la moda? Está de moda que los trabajadores se endeuden para dar dinero a los empresarios, ¿tú estas a la moda? Si es así… “Que barbaridad” bueno que no te pase nada…
Creo que ante tanto caos, perdí el hilo de lo que les estaba diciendo, pero no importa, todo está bien, todo es perdonable, y lo mejor es que al fin se aproxima la esperada Navidad, una fecha especial, llena de alegría, codicia y felicidad.
Que grato es poder pedir todo lo que se desea a un señor vestido con traje de invierno en pleno verano, con trineo pero sin nieve. Otros son más ubicados y las peticiones se las hacen a tres individuos reales que montados en extraños animales jorobados, juegan a seguir estrellas. Pero que importa si lo importante es pedir, pedir mejor que dar, preguntar antes de cada acción, ¿Qué voy a ganar?
Todos esperamos algo, pero no luchamos por ello, esperamos el bono SAE, (ojalá este año), esperamos el bono de Navidad, (ojalá en Navidad), esperamos con ansias el bono de término de conflicto (cuando muchos nunca han estado en conflicto), esperamos ávidos el reajuste (sin ser parte de ninguna negociación), esperamos que la cosa mejore, sin hacer el más mínimo esfuerzo, por último esperamos que nos regalen un triste pan de Pascua, sobrante de no sé que año, eso no importa porque llega la Navidad con sabor a… ¿con sabor a qué? No se, al tradicional turrón (tradición ¿de dónde?) a pan de Pascua o ¿Pascua sin pan? Quizás, con sabor a compras… con sabor a deudas, con sabor a ofertas, pagos diferidos, a villancicos añejos de lugares lejanos.
Disyuntiva tras disyuntiva, de nuevo, nos sumimos en el mismo caos, y vuelta a las telenovelas, musicales, concursos y a relativizar todo, la Navidad pasa a ser una de esas cosas relativas de la vida, para unos material, para otros espiritual, para otros familiar, para otros muchos laboral, y para otros tantos un día más, como en la mayoría de las cosas, no hay consenso.
Yo por mi parte, sigo confundido, revolotean en mi cabeza conceptos con un sentido abstracto, extraño, intangible. Me pregunto en mi desvarío si el espíritu de la Navidad, comparte con otros espíritus, como el de Halloween o los espíritus del más allá, se asociarán para conseguir mejoras, o alguno de los espíritus ocultamente antisindical, ¿pretenderá echar por tierra la unión de los espíritus, contándole al “espiritualísimo sostenedor” el ánimo atrevidamente sindical, que corrompe a sus compañeros?
Pero que digo, estoy cayendo en la frivolización de un hecho real, dramático y dolorosamente cierto, está claro que no estoy a salvo del “farandulismo cultural”.
Basta ya, seamos serios, una cosa no es justa por el hecho de ser Ley, debe ser Ley, porque es justa (Montesquieu) y como de justicia se trata, debemos hacer uso del derecho que la Ley nos otorga, unirnos para lograr mejorar nuestro entorno, no para destruir o derrocar, ya que nadie quiere terminar con su fuente de trabajo, sino para hacer más digna nuestra labor. Es necesario que ordenemos todas estas situaciones que van en detrimento de un clima laboral sano, incluyente y participativo, el sindicato viene a terminar con los comentarios de pasillo, con las quejas entre dientes, viene a dar ese espacio de apoyo gremial, ese puente (no levadizo) de comunicación con la cabeza (pelada o no) de la empresa, viene a llenar su espacio. Ver el sindicato como una amenaza es no querer entender, es no comprender que el colegio lo hacemos todos, es no querer hacer tener sentido la expresión comunidad educativa, es cerrar los ojos a la necesidad.
Asociarse es la revolución dijo el Padre Hurtado, unirse es la solución digo yo.
L. Blasco

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NOS ESPERA UN LARGO CAMINO.
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